martes, 1 de mayo de 2012

VII Congreso Mundial de la International Religious Liberty Association

Está terminando el VII World Congress of International Religious Liberty Association (IRLA). Me parece un buen momento para compartir algunas reflexiones al respecto, en caliente,  mientras las ideas están todavía frescas.


Diversidad. Fue impresionante ver más de 800 representantes de más de 60 países compartiendo el encuentro. Verlos, conversar con ellos, me hizo comprender tras la bandera de la defensa de la libertad religiosa se encolumnan personas de todas los orígenes, creencias, condiciones socio-económicas y realidades de vida. Para muchos de ellos, mira está puesta en mejorar la libertad religiosa ya conseguida, en pulir detalles, por así decirlo. Para otros, sin embargo, significa la lucha por vivir de acuerdo a sus convicciones sin sufrir por ello persecuciones.


No tanta diversidad. Por otro lado, es difícil dejar de observar que todos los presentes (o por lo menos la enorme mayoría) son personas religiosas; ciertamente, lo eran todos los expositores. Yo soy uno de ellos. Esto no los descalifica como expertos, si tienen las credenciales suficientes: títulos académicos, experiencia en gestión pública, etc. No obstante, genera el riesgo de que -como creo que en algunos casos ocurrió- los argumentos esgrimidos fueran aceptables para todos los presentes, pero no para todas las personas, incluyendo a los no creyentes. Esto limita el alcance de las conclusiones. Adicionalmente, la cantidad de expositores y panelistas europeos y norteamericanos era inversamente proporcional al número de asistentes de esas regiones, entre los que se contaban muchos latinoamericanos y africanos. 


Mucha descripción y pocas propuestas. En la mayoría de las ponencias y clases magistrales que tuve la oportunidad de escuchar el objetivo parecía ser descriptivo. Se mencionaron, con calidad expositiva y claridad conceptual, los detalles de la situación en diversas zonas del mundo, las amenazas a la libertad religiosa, las diferencias en cuanto a la legislación y las novedades en la jurisprudencia. No obstante, me hubiera gustado escuchar propuestas que, al menos desde lo teórico, contribuyan a la solución de los problemas planteados. Comentando este asunto con académicos de una experiencia mucho mayor a la mía, me explicaban que un objetivo de importancia central en este tipo de congresos es generar conciencia y difundir un mensaje. Creo que ese objetivo estuvo cumplido, pero personalmente hubiera balanceado con mayor cantidad de presentaciones "técnicas".


En fin, creo que el saldo del encuentro es sumamente positivo. Está demostrado que se puede dialogar sin ceder en las propias convicciones, y se puede disentir sin faltarse el respeto. Todo un éxito.

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