Ayer finalizar el XIII Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Fundación Universitaria San Pablo CEU y la Asociación Católica de Propagandistas bajo el lema 'Libertad Religiosa y Nueva Evangelización'.
Al concluir, se publicó un manifiesto solicitando que se respete la libertad religiosa, denunciando la persecución contra los cristianos, y expresando que rechazan "tanto el fundamentalismo religioso como el que puede llamarse fundamentalismo laicista", ya que ambos "violan gravemente la libertad religiosa, suponen el rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad, impiden así una pacífica convivencia sociopolítica democrática y abren la puerta a totalitarismos de uno u otro signo".
Hace tiempo que estoy pensando, y no logro terminar de entender cuál es el límite entre el "fundamentalismo laicista" y la "sana laicidad" de la que se hable muchas veces. De hecho, he notado que prácticamente los únicos que realizan esa distinción son los eclesiasticistas, mientras que los constitucionalistas o los sociólogos tienden a tratar laicismo y laicidad como sinónimos (salvo, claro, que representen intereses o posiciones confesionales).
Me da la sensación de que iglesia(s) y estado se separan totalmente... o no se separan. Ahora, si de lo que se trata es de las agresiones que en diversos lugares del mundo y en diversos períodos históricos han sufrido las iglesias de parte de los estados, entonces no estamos hablando de laicidad ni de laicismo, sino de persecución religiosa. Pero eso es otro cantar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario