Perú se ha dado, en época reciente, una nueva Ley de Libertad Religiosa. Actualmente, están en danza algunos proyectos para modificar la reglamentación a esa ley. El anteproyecto del Ministerio de Justicia prevé, entre otras cosas, que los menores (o, en su caso, sus padres) que no profesen la religión católica pueden solicitar la exoneración de las clases de religión a las autoridades del colegio. Esto tiene dos implicancias directas: el alumno se podrá retirar del aula, y dicha asignatura no contará para el promedio de calificaciones.
Ahora bien, aunque es una medida que mejora las condiciones actuales (es francamente increíble que a estas alturas todavía se obligue a un niño a tomar clases de una religión que no es la propia en los colegios públicos), no es de todas formas -creo yo- una solución completamente satisfactoria. Esto es así porque el mismo hecho de tener que retirarse del aula mientras sus compañeros toman la clase de religión estigmatiza al niño, y resalta la diferencia: es un disidente respecto de la mayoría. Este "efecto secundario" del remedio es casi tan malo como la enfermedad misma.
Tal vez lo mejor sería buscar el modo de que sean los padres, junto al menor, quienes decidan de manera libre y sin obligaciones legales ni presiones sociales qué tipo de educación religiosa quieren.
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